martes, 5 de mayo de 2015

Where the heart is

El título es el nombre de una película que me agrada mucho, con la bellísima Natalie Portman. Esa película habla del amor y los tropiezos que tiene una chica que cree la persigue una maldición en forma del número 5, el punto es que su tema se centraliza en la vida de equiz persona y de cómo le va mal en "el amor" pero sólo el amor de otros y el que se tiene ella misma la salva de aquella maldición.

En fin, no venía a escribir sobre una película, sólo me gustó como un buen nombre para el relato de hoy. Habla sobre el amor, ¿qué no? ¿O no?

Primero que nada, contextualizemos. Yo manejo desde hace, mmm, casi cuatro años (pensé que sería más tiempo) y bueno, he tenido todo tipo de travesías desde que manejo la hermosa cocha...Desde los mejores momentos -incluso sin estarla manejando- hasta situaciones horribles. Las personas, casi siempre, cuando conocen por primera vez mi coche hacen el comentario de que es una carroza fúnebre, éste ha estado en sus mejores días todo limpio y conquistador y también en muchos no tan buenos, lleno de pelos de perro y basuras mías y de mi novia.

Mis amigos y conocidos se han abierto felizmente a decir cosas como: "Antes cuando me subía me mareaba, pero has mejorado mucho, me gusta como manejas", etc. Y eso me anima, como aquel sueño que tengo de algún día ser corredora de autos, o algo así amateur y divertido con la adrenalina al 100.

También he tenido malos momentos, algunos choques, besitos como se les dice. Nada grave, siempre alguna que otra "charla" con algún buen y educado ciudadano que se cruza en nuestro camino. Pero, tengo que decir que hubo un momento en mi vida que inició mi concepción del buen manejar; todo esto se remonta a una ocasión con una ex en la que íbamos en la carretera -el amor iba en medio- y puse en riesgo nuestras vidas; sí, desde ese tipo de pendejadas hasta manejar después de tomar mucho alcohol, incluso otras cosas. Para nada me siento orgullosa, de hecho lo veo como aquel momento de locura en la universidad que ya pasó y habrá cosas buenas, otras chistosas y otras que me han servido para aprender y madurar en mi forma de manejar...mi vida.

Lo anterior viene a cuenta de que he intentado ser mejor conductora día con día, siempre procuro utilizar las intermitentes y direccionales y bueno...¿mejorar junto al conductor de a un lado? Sí, eso intento. Hace un par de días, después de dejar a mi novia a que fuera a hacer sus cosas y yo las mías, mientras conducía hacia mi casa me pasó algo que comencé a hacer únicamente con ella y me pareció maravillosa y melosamente tierno.

Cada que no se ve bien un tope y tardo en frenar, o cuando algún baboso se mete sin avisar o de alguna manera la cocha y yo hacemos un enfrenón inesperado, yo alzo mi brazo a la altura de su pecho para detenerla, siempre. Y ahora digo siempre, incluso cuando lo que en el coche resta es su esencia, lo hago; porque ella me preocupa, porque es el ser humano al que y con el que me gustaría cuidarnos mutuamente, toda la vida, si se puede.

Hay días en los que no amanezco con las ganas y energías al 100, a veces no encuentro cómo seguir, incluyendo en el tema del amor... Pero luego, bueno, existen circunstancias que me recuerdan y refrescan el porqué de tantas cosas, incluso, el porqué de nuestro amor y me hacen recordar las ganas fervientes desde que la veía como un amor imposible, de ser y estar caminando a su lado.

Ñaam

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